9 de julio de 2013

Sal, azúcar y grasas... tremendas tentaciones!






Ayer estaba hablando con Khoa en la casa y le estaba contando sobre Insanity y ciertos sacrificios que pasan a ser parte de tu vida cotidiana. Es cierto que llevo un poquito más de dos semanas en esto, pero cuando se me mete algo en la cabeza lo llevo hasta el final. De hecho, comprometerme con ser vegetariana fue algo parecido a esto, una decisión repentina, de un día para otro.

Khoa es una chica vietnamita que conocí acá en Inglaterra. Somos compañeras de magister y hace poco se vino a vivir a la casa con nosotros. Como nos conocíamos de antes no ha sido difícil acostumbrarnos a la vida juntos y es frecuente que hagamos planes para salir a pasear o juntarnos a comer. Khoa cocina exquisito y nunca se ha complicado con mi vegetarianismo, yo diría que incluso ha ayudado a que me muestre todas las bondades de la cocina asiática vegetariana.

Los sacrificios de los que estábamos conversando tenían que ver con dejar de comer ciertas cosas, específicamente azúcar refinada, sal y grasas y todas las cositas ricas que los incluyen, como chocolates, pastelitos, papitas fritas. Khoa me comentaba que se le hace muy difícil no comer chocolates, porque considera que es muy sencillo comerse un chocolate y ponerse feliz. Coincidencias de la vida: otra amiga, la Tam, me comentaba que su adicción al azúcar se reflejaba en comer cosas dulces cada vez que se sentía mal, entonces básicamente usa bombones y pastelitos como paliativo para todos los males.

Yo me preguntaba, ¿será tan así? Recuerdo autoengañarme diciéndome a mí misma que si me comía un cuadradito más de chocolate eran más calorías para el invierno, casi como si fuera un remedio para pasar el frio, pero no creo haber usado dulces para pasar la pena. Pensaba que era el prototipo de persona tristona tipo Bridget Jones abandonada por Daniel Cleaver, viendo películas, detrás de una montaña de pañuelitos desechables, con un tremendo pote de helado o, en su defecto, barras de chocolate por doquier. Y al parecer es cierto, las personas ingieren azúcar para sentirse mejor, como una droga.

Como M y yo estamos ejercitando, la Khoa pensó que sería buena idea aprovechar la vibra deportiva que ronda la casa y decidió unirse a practicar Insanity conmigo.  Cuando le mencioné que además de ejercitarme con Insanity yo estaba comiendo de acuerdo a la guía nutricional me dijo que ella simplemente no podría hacerlo, que intentaría, pero que ya sabía de antemano que no sería capaz de eliminar el azúcar, la sal y las grasas de su dieta diaria.

¿Ustedes se sienten adictos o adictas al azúcar también? ¿Su adicción va más orientada a lo salado o a las grasitas? ¿O la vida sana puede más que todo eso y ya se despidieron de estas tentaciones?

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