Desde hace un tiempo que siento que mi vida está completamente resuelta. Y no porque me haya casado, sino porque afortunadamente tengo cubiertos tres aspectos que la gente considera importantes: salud, dinero y amor. Pero hay un cuarto aspecto del que usualmente la gente no habla mucho, porque suele ser controversial: la vida espiritual.
Empecé a plantearme la posibilidad de que mis creencias no fuesen absolutas, de que hubiese algo más o algo menos de lo que creía. Nací y fui criada en una familia evangélica, por lo que más o menos hasta los 15 años iba regularmente a la iglesia. Iba porque tenía que ir, porque me mandaban, porque había que hacerlo. No entendía que podía cuestionar los mandatos de mis padres o del Tatita Dios, como me enseñaron a llamarlo. Ir a la iglesia no era algo desagradable, ya que disfrutaba de aprender y de leer la Biblia. De hecho, leí la Biblia completa dos veces antes de los 15 años, pero sin procesar lo que realmente estaba leyendo, sólo absorbiendo todo sin cuestionarlo.
Pero entre los 15 y los 16 años ocurrió algo que me hizo sentir odio hacia mí misma, porque contravenía uno de los mandatos de Dios según la Biblia: me enamoré perdidamente de una compañera de colegio. Contrariamente a lo que pensaba hasta ese momento, nadie escoge enamorarse de nadie, no hay nada que uno pueda hacer para evitarlo. No me había dado cuenta que, basándome en la Biblia, había desarrollado homofobia y esa homofobia se aplicaba hacia mí misma.
Mi familia evidentemente no representaba un alivio para lo que me estaba pasando. Mis papás se volvieron extremadamente controladores, mis hermanas me decían que yo les daba asco. Además, varias de mis compañeras de curso hacían dolorosas bromas constantemente, y mi polola tenía sus propios conflictos con asumir lo que a ella también le estaba pasando conmigo, por lo que fue el período más solitario de mi vida. Sentía que me estaba convirtiendo en un monstruo, tenía tanto odio hacia mí misma que intenté suicidarme.
Afortunadamente, luego de salir del colegio, tuve otra relación con una niña que me mostró que estaba bien ser diferente, que podía amar y sentirme amada a pesar de todo. A pesar de lo corta que fue esa relación, estaré eternamente agradecida de lo sanadora que fue. De ahí en adelante me asumí como bisexual y nunca más me sentí insegura por ser quién era.
A pesar de todo, seguí creyendo en Dios, pero bajo mis propias concepciones, por lo que no volví a la iglesia. Les cuento más o menos que creo en la existencia de un "algo" que regula la creación y existencia del universo. No creo que sean varios "algo", porque o si no no sería realmente poderoso como para ordenar todo solo, sino que es sólo uno y es omnisciente, omnipotente y omnipresente. Y a este algo yo le llamo Dios (también podría ser Diosa, claro). Pero de ahí en adelante, no creo en nada más de lo que me han enseñado.
No creo en que Jesús sea hijo de Dios, por ejemplo.¿Por qué este Dios superpoderoso se haría humano? ¿Para qué? ¿Para saber lo que era sentirse humano? ¿No tiene ya también la habilidad de sentirse humano en su infinito poder? ¿Era necesario un sacrificio humano para salvarnos a todos de la "condenación", siendo que superopoderosamente este Dios podría chasquear sus superpoderosos dedos y "salvarnos"?
Tampoco creo en la vida eterna, ni el paraíso, ni el infierno. Siento que esta es la única vida que tenemos y que nadie nos juzgará después de nuestra muerte. Por lo tanto debemos ser buenas personas genuinamente porque simplemente hay que hacerlo, y no porque un libro nos dicte lo que es bueno y lo que es malo y amenace con castigarnos.
Hace unas semanas publiqué en Facebook que buscaba iglesia y obviamente me molestaron harto por publicar eso. Pero también aparecieron sugerencias interesantes, desde visitar un templo Hare Krishna hasta realizar un ritual chamánico con ayahuasca, pasando por acercarme a un centro islámico o ir a visitar un templo budista. En esta búsqueda de la divinidad no voy a descartar nada, porque siento que todas serán experiencias de aprendizaje y crecimiento.
El domingo pasado fui por primera vez a una iglesia cristiana, y aunque me sentí bienvenida, no me sentí completamente a gusto, probablemente porque no estoy convencida del cristianismo. De todas formas, escogí comenzar una serie de estudios bíblicos y ya voy en la segunda sesión. Para sintonizar con lo que estoy aprendiendo, he estado leyendo la Biblia todos los días y he intentado orar, aunque lo último sin mucho éxito porque me desconcentro fácilmente.
¿Quieren que les cuente cómo sigue mi búsqueda? ¿Se han planteado estas preguntas alguna vez?